martes, 31 de julio de 2012

Roma
Los Gracos
     Tiberio Graco
     Cayo Graco
El Cesar


Roma se estructuraba según la riqueza y los derechos legales. Había hombres libres (ciudadanos, libertos y clientes) y esclavos. Patricios y plebeyos formaban el grupo de ciudadanos aunque con diferentes derechos.
Los patricios eran los descendientes de los fundadores de Roma y se agrupaban en gentes, familias con un antepasado común.  Formaban una clase privilegiada, gracias a la posesión de grandes latifundios, y política, ya que eran los únicos ciudadanos con derechos políticos.
Los plebeyos eran ciudadanos que se establecieron en Roma tras su fundación y únicamente poseían derechos civiles. Vivían de la artesanía y el comercio o pequeñas propiedades rurales
Había también un pequeño número de clientes, libertos y esclavos que realizaban todo tipo de trabajos. Los clientes eran libres pero mantenían alguna relación de dependencia jurídica con el patrono del que recibían protección. Los esclavos pertenecían a un señor o al Estado y carecían de derechos. Habían llegado a esta situación por nacimiento, delitos o como prisioneros de guerra.
Los libertos eran antiguos esclavos que habían conseguido la libertad por compra o por los 
 méritos realizados.
 
Los gracos
El periodo de los Gracos o reformas de los hermanos  Graco es el periodo de la historia de Roma que se extiende desde el año 133 a. C. hasta el 121 a. C.
Sus protagonistas fueron dos  hermanos: Tiberio ( 164-133 a.C.) y Cayo  Graco ( 154- 121 a.C.)   hijos del general y estadista Tiberio Sempronio Graco y de Cornelia, de la familia de los Escipiones.

 
Tiberio Graco
Tiberio Sempronio Graco fue un notable politico popular romano del S.II a.c pertenenciente a una de las familias más ricas e influyentes de Roma, los Graco.
Fue Tribuno de la plebe, desde este puesto quiso solucionar el problema agrario y mejorar la desastrosa situación del campesinado itálico, implantando una serie de leyes que no fueron bien recibidas por la mayoría del Senado.
Propuso una ley agraria que permitiera el reparto de tierra procedente del ager publicus entre los ciudadanos más pobres
la experiencia de Tiberio en Hispania, así como, la situación del campo en Etruria, donde la esclavitud estaba muy extendida, fueron las causas incipales que explican sus revolucionarios proyectos.
En su intento de sacar adelante su proyecto de ley agraria, trato de revitalizar una ley más antigua por la que quedaba limitado a 500 iugera (125 Ha.) el máximo de tierra estatal por possesor (más otros 250 por cada hijo); de esta forma se establecía que la tierra restante debía ser devuelta para proceder a su reparto en lotes de 30 iugera (7,5 Ha.)como máximo en las que debían asentarse ciudadanos sin tierras mediante el pago de una simbolica contribución.
el proyecto preveía que la puesta en marcha de la operación corriera a cargo de una comisión de tres miembros elegidos cada año, despertando la violenta oposición de la aristocracia senatorial, que se valió del tribuno de la plebe, Marco Octavio, para vetarlo. Sin embargo Octavio fue depuesto a instancias de Tiberio. Con Minucia, fiel a los proyectos de Tiberio, como sustituto de Octavio, la asamblea popular no tuvo problemas en la aprobación por unanimidad del proyecto de ley, eligiendose a los tres miembros de la comisión (tiberio, su hermano Cayo y su suegro Apio Claudio).
Tiberio Graco murió asesinado a golpes el día que se presentaba a un nuevo mandato, cuando un grupo de senadores exaltados y hombres armadoscon mazas y estacas, encabezados por Escipión Nasica, masacraron entre 200 y 300 seguidores de Tiberio Graco en el espacio abierto del templo capitolino. Tiberio murió de un mazazo en la nuca. Su cuerpo fue arrojado al Tíber , negandosele toda sepultura. Sus esfuerzos por una reforma agraria feron continuados por su hermano quien tambien fue asesinado por las mismas causas.

Cayo Graco



La oligarquía senatorial, impotente ante la transformación en leyes de estos proyectos, encontró finalmente momento y el medio de deshacerse de un tribuno tan peligroso para sus intereses. En 122 a. C., cuando Cayo Graco se encontraba en Cartago fundando en sus proximidades la colonia de Junonia, el tribuno de la plebe Marco Livio Druso, colaborador de la oposición, presentó una serie de proyectos demagógicos -irrealizables en su mayoría- que logró no sólo enrarecer el ambiente político al regreso de Cayo, sino minar muy considerablemente su popularidad.
La Rogatio Sempronia de sociis et nomine Latino, que proponía la ciudadanía a los aliados latinos y el derecho de sufragio a los itálicos fue su último proyecto y desencadenó una violenta oposición senatorial. En el mismo año 122, cuando se iba a discutir la Rogatio Minucia, Cayo preparaba su tercera elección como tribuno de la plebe (cosa inaudita), junto con Marco Fulvio Flaco. Sin embargo, perdieron la elección, y antes que resignarse a ver su programa político detenido por la oposición conservadora, trataron de imponerse por medio de la violencia.
El Senado decretó por primera vez un senatus consultum ultimum que otorgaba poderes extraordinarios a los cónsules Quinto Fabio Máximo y Lucio Opimio para contener los disturbios y restablecer el orden. Flaco y Graco fueron declarados enemigos de la República: el primero murió junto con sus hijos y el segundo huyó con su esclavo Filócrates, al cual ordenó que le matara cuando se encontraban escondidos en el bosque de Furrina, en las laderas del Janículo, una colina situada en la ribera oeste del río Tíber.
Los últimos seguidores de Graco, refugiados en el Aventino, no pudieron resistir el asalto de las fuerzas consulares. A continuación, 3.000 partidarios de Graco fueron ejecutados y sus propiedades confiscadas. Una serie de leyes promulgadas en los siguientes años, como la llamada lex Thoria destruyó la obra de los Gracos. Sin embargo, con la quiebra de la fortaleza inmemorial 'mos maiorum -la práctica establecida-, la política romana nunca volvería a ser la misma, y, cerrada la posibilidad de reformas internas de la propia República, el régimen republicano se vendría abajo por completo antes de un siglo.
Cayo Graco sólo tuvo una hija de su matrimonio con Licinia Crasa. Esta mujer, Sempronia, heredera de la cuantiosísima fortuna de los Gracchi, se casó con Fulvio Flaco. Este matrimonio resultó nuevamente en una única hija, Fulvia, casada en primeras nupcias con Publio Clodio Pulcro en segundas con Cayo Escribonio Curio y en terceras con Marco Antonio.

 

El Cesar


Cayo Octavio Coepio (63 a.C.-14 d.C.), primer emperador de Roma (27 a.C.-14 d.C.), restauró la unidad y puso en orden el gobierno romano tras casi un siglo de guerras civiles. Gobernó con el nombre de Cayo Julio César Octaviano Augusto durante un periodo de paz, prosperidad y desarrollo cultural conocido como la era Augusta.
 Octavio nació en las cercanías de Roma (Velitri Volscorum) el 23 de septiembre del año 63 a.C.; era sobrino nieto de Julio César, a quien sucedió como gobernante del Estado romano. J. César estaba orgulloso del joven por lo que lo presentó en el Colegio de Pontífices (sacerdocio principal romano) a la edad de dieciséis años. Cuando J. César fue asesinado en el 44 a.C., Octavio estaba en Iliria, donde servía en el Ejército; a su regreso a Italia, se enteró de que era el heredero adoptivo de César. Posteriormente Octavio tomó el nombre de Cayo Julio César Octaviano.
 El asesinato de César sumió a Roma en la confusión. Octavio decidió vengar a su padre adoptivo y asegurar su propio rango, y rivalizó con Marco Antonio, compañero ambicioso de César, por el poder y el honor. Tras algunas escaramuzas políticas y militares, durante las cuales Marco Antonio estuvo en los Alpes, Octavio fue nombrado senador y más tarde cónsul, y reconoció la necesidad de hacer las paces con su rival. A finales del año 43 a.C. ambos, junto con el aliado de Marco Antonio, el general Marco Emilio Lépido, formaron el conocido como segundo triunvirato para dirigir las provincias romanas. La alianza fue ratificada por una proscripción de gran amplitud, en la cual sus oponentes, incluidos 300 senadores y 200 caballeros, fueron asesinados. Entre ellos se encontraba el viejo orador Cicerón.
 Después de que Octavio y Marco Antonio empezaran una campaña contra los líderes del asesinato de César (Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino) los cuales se suicidaron en el 42 a.C. tras su derrota en Filipos (Macedonia), aproximadamente en el 40 a.C. los triunviros se repartieron el control del mundo romano.
 Octavio dirigía la mayoría de las provincias occidentales y Marco Antonio las orientales, quedando África en poder de Lépido. Aunque Marco Antonio y Octavio estaban en conflicto por el control de Italia, solucionaron sus diferencias y en el 37 a.C. Octavio entregó a su hermana Octavia en matrimonio a Marco Antonio. En el 36 a.C., Pompeyo Sexto, hijo de Pompeyo Magno y el último oponente importante al triunvirato, fue eliminado. Entonces Octavio echó a Lépido del poder ya que había intentado ayudar a Pompeyo. Mientras, Marco Antonio estaba en Oriente luchando contra los partos.
 Finalmente el triunvirato fue disuelto cuando Marco Antonio devolvió a Octavia a Roma y poco después se casó con Cleopatra, a quien César había establecido como reina de Egipto. Mediante el reconocimiento de Cesarión (Tolomeo XV), hijo de ésta y de César, como su codirigente, Marco Antonio amenazó la posición de Octavio como sucesor único de César y no se pudo evitar la guerra. Octavio derrotó al ejército conjunto de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Accio (Actium era una ciudad del Epiro -Grecia- a las orillas del mar Jónico) en el 31 a.C.; al año siguiente Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron. Cesarión fue asesinado. En el 29 a.C. Octavio regresó a Roma triunfalmente como único dirigente del mundo romano.
 En el 27 a.C. el Senado romano dio a Octavio el título de Augusto (consagrado o santo), que más tarde se convirtió en sinónimo de emperador, y su reinado frecuentemente se ha considerado una diarquía debido a que el Senado participaba en él. El título pasó desde entonces a identificar su propio nombre, y como Augusto ha sido reconocido por la historiografía. El Senado le concedió muchos otros títulos y poderes que ya habían disfrutado diferentes funcionarios de la República. En el 36 a.C. se le concedió la inviolabilidad de un tribuno plebeyo y en el 30 a.C. recibió los poderes de un tribuno, dándole de esta manera el veto y control sobre las asambleas. El Senado también le concedió la máxima autoridad en las provincias; esto junto con el consulado de Roma e Italia, que tuvo trece veces durante su reinado, le confirió una autoridad suprema sobre todo el Imperio. Después de la muerte de Lépido también se convirtió en máximo pontífice con control sobre la religión. A pesar de su preeminencia, como reflejan los títulos de princeps o primer ciudadano e imperator, Augusto tuvo cuidado de no llevar demasiado lejos las prebendas de la monarquía.
 Patrocinador del arte, Augusto fue amigo de los poetas Ovidio, Horacio y Virgilio, así como del historiador Tito Livio. Su amor por el esplendor arquitectónico fue eclipsado por su jactancia de que él "había encontrado Roma enladrillada y la había dejado cubierta de mármol". Como adepto riguroso a las virtudes romanas en tiempos en que crecía la tolerancia, intentó regular la moral pública mediante la aprobación de la ley suntuaria y la de casamiento. En el ámbito económico, fomentó el desarrollo de la agricultura en Italia.
 Augusto se casó tres veces y sólo tuvo una hija, Julia. Su tercera y definitiva esposa, con la que compartió más de 50 años (del 38 a.C. al 14 d.C.), fue Livia Drusilla, quien ya tenía dos hijos: Tiberio y Nerón Druso el Germánico, de un matrimonio anterior. Livia adoptó el nombre de Julia, pero no consiguió dar más descendencia al emperador.
 Cuando después de 41 años de gobierno en solitario, Augusto murió de forma natural en Nola (Italia) el 19 de agosto del 14 d.C. Muertos todos sus sucesores: su sobrino M. Claudio Marcelo, su yerno Agripa y su nietos Lucio y Cayo; fue su hijastro Tiberio quien a instancias de Julia (Livia), le sucedió en el trono imperial.
 Tanto los escritores antiguos como los más recientes han diferido en sus valoraciones sobre Augusto. Algunos han condenado su cruel búsqueda del poder. Otros, incluido el fiel partidario de la república Tácito, han admitido sus buenas acciones como dirigente. A veces los investigadores actuales critican sus métodos poco escrupulosos y su estilo autoritario, pero normalmente reconocen sus logros en el establecimiento de una administración eficiente y un gobierno estable, así como en la obtención de seguridad y prosperidad para el Imperio Romano que comenzó con él.